La sonrisa de un niño debería estar protegida por la ley. Tendría que ser obligatorio que todos nos esforzáramos por hacerles reír. Y además debería ser contagiosa de verdad, que cuando un niño sonriera, toda la gente de un kilómetro a la redonda empezara a sonreír, y eso sin exagerar… porque exagerando tendría que ser de 1.000 kilómetros a la redonda :-) :-)
Te imaginas?… Ojalá pudiéramos hacer reír a todos los niños, pero si por lo menos lo intentáramos con los nuestros, sería un gran comienzo.
Me acuerdo de la película "La vida es bella" y pienso que incluso en los peores momentos, los niños deberían vivir al margen de ellos y nosotros, los adultos, deberíamos esforzarnos por arrancarles una sonrisa, aunque a veces lloremos por dentro.
Ese es nuestro afán. Y lo trasladamos a nuestras sesiones de cumpleaños, donde todos, papás, mamás y nosotros, nos ponemos por un momento el disfraz imaginario de niño para hacer payasadas y que lo pasen genial, que sean felices.
Y esas sonrisas son la prueba de su felicidad. Y cuando sean mayores y vean nuestras fotos, ellas serán la prueba de que sus padres, incluso en los malos momentos, se esforzaron para que sintieran, de verdad, que la vida es bella.